Henri Poincaré vivió apasionadamente la belleza de las Matemáticas puras, pero nunca olvidó que las ciencias de la naturaleza necesitaban de ellas, al igual que los grandes edificios necesitan de un armazón sobre los que erigirse.
Henri Poincaré vivió apasionadamente la belleza de las Matemáticas puras, pero nunca olvidó que las ciencias de la naturaleza necesitaban de ellas, al igual que los grandes edificios necesitan de un armazón sobre los que erigirse.